Salimos de Cornellana con ritmo tranquilo y disfrutando del paisaje. Nos cruzamos con algún peregrino, y también con varios aldeanos que nos indicaron con amabilidad el camino a seguir. En hora y media llegamos a Salas. Cerveza, Aquarius, bocata...y a reponer fuerzas para una vuelta que no defraudó.
Nos tenían reservado un recorrido endurero donde no faltó el barro, subidas duras con piedra suelta y bajadas con dosis de adrenalina. Memorable la bajada al Narcea, entre brezos y zarzas que nos dejaron unas buenas cicatrices en brazos y piernas (sarna con gusto...)...el paseo por la ribera, ya con sol, fue un colofón perfecto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario